El Ayllu ¿Qué es vivir en comunidad?
¿QUE ES SER COMUNITARIO?
¿Qué es vivir en comunidad? En la milenaria Tradición Andina se considera que el Ayllu (la comunidad) es el eje de la sociedad. Es creer en la capacidad de vivir no conforme a los intereses personales del individuo si no en base los intereses colectivos para el bien de todos (Buen Vivir) expresado en un espíritu de comunidad. Eso es el Ayllu.
A este sentido de “vivir comunitario” llamamos “Aylluchakuy” (significa “Hacerse comunitario, hacer comunidad) y es un principio del Qhapaq Ñan (Camino de los Sabios) y del Sumaq Kawsay (Vida Armoniosa)
Para aplicar esto es necesario ampliar el concepto de familia nuclear y extenderla a la familia espiritual y cósmica, incluir a los seres vivos, las plantas y los animales en aquella familia. Incluir a las montañas, los ríos, los árboles y el mar y velar por los intereses de todos los seres vivientes.
¿Qué es vivir en comunidad? Es entender que somos uno. Es organizarse a través del Ayllu, de la comunidad empoderada y consciente, la comunidad que se abastece a sí misma en base a la ética comunitaria del trabajo y el compartir recíproco.
CO-LABORAR EN COMUNIDAD
El ideal comunitario no busca vivir de los demás, sino crear vida y crear bienestar en base al trabajo y el esfuerzo, arar la tierra en comunidad, ganarse el maíz al modo incaico es decir de modo comunitario sin explotar a los demás en provecho propio.
De cada quien según sus capacidades a cada quien según la comunidad. El comunitario es indesligable del sentido de comunidad. En una comunidad se prioriza el bienestar comunitario por encima de los intereses individuales, por ende no se puede permitir la existencia de viudas, ni niños huérfanos y pobres abandonados a su suerte, pues es responsabilidad del ayllu velar por el bienestar general.
Si en una comunidad algunos miembros son abandonados a su suerte ante la indiferencia de los demás, entonces no es una verdadera comunidad o ha perdido su sentido comunitario.
El comunero no delega esa función al estado porque el ayllu es anterior a la existencia del estado, por ende esa responsabilidad le corresponde a la comunidad. Sin embargo el Tawantinsuyu supo ligar las responsabilidades estatales con el trabajo comunitario de las comunidades.
Los incas establecieron un “Estado Redistributivo” con el fin de que no existiese pobreza ni indigencia en los andes, mediante un reparto equitativo de toda la producción agrícola almacenada en “Qullqas” (Colcas) los graneros del imperio.
Incluso los cronistas españoles admitieron que no existió hambre ni pobreza en el Tawantinsuyu debido a su sistema económico redistributivo.
LA IGUALDAD DE TODOS
La comunidad iguala a todos sus miembros, basados en una igualdad según el rol y responsabilidad de cada miembro del ayllu.
En primer lugar está el Kuraka elegido por el ayllu. El cargo de “Kuraka” es un servicio, una responsabilidad en manos de los más ancianos y sabios de la comunidad.
No es sin embargo un liderazgo imperativo al estilo occidental, por el contrario es una vocación de servicio. El Kuraka es el servidor de todos sus hermanos. Y el cargo es rotativo pues todo Hatun Runa debe aprender a gestionar y defender la comunidad.
La comunidad es indesligable del principio de la reciprocidad andina, y de la práctica de la compasión. Es el amor nacido en el seno del grupo, por sus semejantes (Masi) y por lo diferente (Yana) La razón de existencia de un ayllu es el cuidado de sus miembros.
En la comunidad no hay lucha de clases, porque se concibe al ayllu como una familia extendida y no como clases sociales. Solo existe dos categorías: Comunidad y comuneros. No existieron ni ricos ni pobres, pues nadie ambicionaba la riqueza del hermano ni se despreocupa por la pobreza de sus iguales.
El discurso de “odio de clases” y “agudización de contradicciones” no tiene sentido en un ayllu, porque la comunidad se construye en base a “iguales” y propugna la aceptación de las diferencias internas en pos de la interiorización de un sentido de comunidad.
Donde cada persona contribuye en proporción directa a su capacidad, los que más recursos tienen más aportan. Esto sin embargo debe ser realizado de forma recíproca y voluntaria. De ninguna forma se debe utilizar la violencia para despojar al que tiene más recursos ni enajenarle de sus bienes en contra de su voluntad.
ENFOQUE EN LA CALIDAD DE VIDA Y SOBERANÍA ALIMENTARIA.
Por el contrario la comunidad lejos de estar constituida en base a la lógica del capitalismo, es agrocentrica, porque prioriza la soberanía alimentaria por sobre lo demás.
Difícilmente puede existir acumulación capitalista en una comunidad de iguales, por el contrario existe paridad de poder adquisitivo en base al trabajo de la tierra y el desarrollo sustentable de los recursos de esta.
Para los pueblos andinos la principal riqueza era la tierra: los granos y semillas eran la base del sustento y de la soberanía alimentaria. Los Incas no tuvieron concepto de moneda, así que no entendían la demencial ambición española por el oro.
En el Tawantinsuyu había más oro y plata que en toda Europa junta (incluso hoy México y Perú son los principales exportadores mundiales de plata) Pero el oro y plata se usaba como elemento decorativo de los templos (el oro simbolizaba a Inti Sol y la plata a Killa Luna) y no como símbolo de riqueza ni almacenamiento.
LA PRÁCTICA DE LA NO-VIOLENCIA.
Otro principio fundamental que permitirá la existencia y permanencia de la comunidad es el principio de la no-violencia, basado en construir una comunidad sobre la coexistencia pacífica y la integración con la naturaleza. En la defensa legítima y la resistencia no-violenta, sustentada en crear una comunidad pacífica donde no existan delitos (mal vivir) ni esta sea permitida por los comuneros.
Donde no se ejerza ninguna clase de violencia ni desde la dirigencia (dictadura) ni desde las bases (oclocracia) por ende la forma de elección es el “Rimanakuy” (Dialogo mutuo y colectivo) base de la democracia directa donde cada opinión y voto tiene el mismo valor.
El objetivo de evitar todo tipo de violencia es re-humanizar al ser humano, devolverle su condición natural porque la violencia deshumaniza y convierte al humano en una máquina, en un individuo desarraigado, narcisista y egoísta. Y a las victimas las deshumaniza mediante el sufrimiento, la exclusión y la discriminación
El Sumaq Kawsay (Buen Vivir o Vida Armoniosa) es permitir la crianza de una nueva generación, de una nueva humanidad libre de violencia.
LA FELICIDAD COMO OBJETIVO DE LA HUMANIDAD.
El objetivo supremo de la comunidad es la felicidad en todas sus formas. Es entender que no venimos al mundo solamente para acumular riquezas, bienes o dinero, la vida es más profunda que eso.
Venimos por sobre todo a ser felices y esto puede lograrse de forma consciente, a través de la cosmo-vivencia, la vivencia comunitaria y el afecto familiar.
A través de la práctica de la convivencia, la armonía, la compasión, el altruismo, la cooperación y la solidaridad. La práctica de todas las formas de expresión de esa felicidad a través de la cultura, la educación y el arte. La comunidad es un mundo de colores, de música, de canto, de danza, de festejo.
Porque quien es libre, es feliz. El comunitario se desprende de la tecno-obsesión consumista en pos de ganar felicidad a través de la cosmovivencia comunitaria, a través de poner en práctica su humanidad. Y encuentra la felicidad a través de este camino.
CAMBIANDO LA FORMA DE PENSAR
Pero dicha felicidad requiere no solo el desprendimiento de la tecno-obsesión consumista, sino también cambiar su forma de pensar. Renunciar a la dualidad ontológica occidental, renunciar al juicio de valor y el juzgar a los demás, renunciar a la obsesiva acumulación de bienes y renunciar a la lucha de clases y a todo método que fomente la violencia.
El comunitario necesita trascender los valores occidentales consumistas y sumergirse en los valores comunitarios. Cambiar su escala de valores. Dejar de ver la vida en blanco y negro y empezar a ver la diversidad de colores de la vida y de la naturaleza, de la existencia misma.
El occidental que se sumerge en los valores andinos empieza a comprender la universalidad de esta cosmovisión y empieza a comprender su similitud con la espiritualidad de los pueblos indoeuropeos, sus ancestros.
El comunitario para poder aprender a convivir con sus semejantes aprende a desprenderse el ego narcisista, de los deseos egoístas, de la necesidad de tener la razón, del orgullo y la vanidad, de la crítica destructiva, de deseo de imponer la voluntad a otros.
Pues esto implica la generación de conflicto y discordia en la comunidad. Muchos proyectos de formar una comunidad han fallado por no comprender esto: No eran una comunidad auténtica sino un conjunto de “individualidades” agrupados.
APRENDER A “SER” EN ARMONÍA CON LA NATURALEZA.
El comunitario debe aprender a ser como los árboles, las aves y las flores, debe aprender de la “cosmovivencia de la naturaleza”. Manifestar la belleza de su existencia y compenetrarse con la comunidad sin afectarla, manifestarse sin implantar, expresarse sin atosigar, actuar sin imponer, proponer sin mandar, opinar sin criticar.
El comunitario llega a comprender que renunciando a la impulsividad del ser humano por imponerse, cede parte de su voluntad a la voluntad de la comunidad. Así la comunidad se hace “una sola” y el comunitario se hace parte del cuerpo espiritual de la Comunidad.
De esta forma el Ayllu se encarna en una humanidad, su voluntad de vivir, de expresarse y de ser, se transforma en la voluntad conjunta de la comunidad. La comunidad demuestra su poder y su fortaleza, su vitalidad y su fuerza espiritual. Este es el poder de la vida, es la manifestación de la “Voluntad de Vivir” de todos los seres. La comunidad es como una célula viviente.
LA PRÁCTICA HACE LA COMUNIDAD.
Aunque esto sea fácil de entender, sin embargo es difícil de aplicar, requiere paciencia y práctica. Pero quien aprende a integrarse a la comunidad, tendrá la puerta abierta para aprender a integrarse con la naturaleza y el universo.
El ser humano se convierte en “Qasiy Sunqu” (Corazón pacífico, armonioso) en un espectador, un contemplador, un restaurador, un creador, un armonizador y su presencia ya no representa amenaza ni destrucción de la naturaleza ni de la humanidad, por el contrario es causa de amor y de compasión, de ayuda y de altruismo, porque esos son los valores de la comunidad y de la tierra misma.
Como dijo el Amauta quechua Fausto Reinaga “El hombre es tierra que piensa”. El comunitarismo andino es la filosofía del Buen Vivir.
1 Comment
Excelente explicación de lo que es el Ayllu y lo que implica vivir en Comunidad.
Muchísimas gracias maestro Runa. Ojalá llegue a cumplir el sueño de formar parte de una Comunidad.